domingo, 29 de diciembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY, ULTIMO DOMINGO DEL 2013


PARA VER EL EVANGELIO CLIC AQUÍ: Mt. 2, 13-15. 19-23

QUE EN EL 2014 JESÚS SEA EL PRINCIPIO Y EL FIN DE NUESTROS ACTOS.
FELIZ AÑO NUEVO.

Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto

La Sagrada Familia – Ciclo A (Mateo 2, 13-15. 19-23) 29 de diciembre de 2013

Leí alguna vez una carta que un niño dirigió a todos los padres del mundo. Creo que en este día, en que celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, nos puede ayudar mucho escuchar lo que este niño escribía:

No me des todo lo que pido. A veces solo pido para ver hasta cuánto puedo coger. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces. Además me enseñas a gritar a mi también y no quiero hacerlo. No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenar me pides las cosas, yo las haré más rápido y con más gusto. Cumple las promesas que me hagas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también hazlo si es un castigo. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor, seré yo quien sufra. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debes hacer... decide y mantén esa decisión. Déjame valer por mí mismo. Si tu haces todo por mi, yo nunca podré aprender”. 

“No digas mentiras delante de mi, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un aprieto. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices. Cuando hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé. Cuando estés equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñarás a admitir también mis errores. Trátame con la misma amabilidad y cortesía con que tratas a tus amigos. Que sea tu hijo no quiere decir que no podamos ser amigos ni que tengas derecho a tratarme bruscamente. No me exijas que haga lo que tu no haces. Siempre haré lo que tu haces aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no hagas. Enséñame a amar y a conocer a Dios. No importa si en el colegio me enseñan; de nada vale si veo que tu ni conoces ni amas a Dios. Cuando te cuente un problema no me digas ‘no tengo tiempo para boberías’ o ‘eso no tiene importancia’. Trata de comprenderme y ayudarme. Quiéreme y dímelo. Me gusta oírtelo decir aunque no lo creas necesario”.

José recibió en sueños la instrucción de proteger al Niño Jesús y a su madre, María: “Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Más tarde, estando ya en Egipto, volvió a recibir otra orden del Señor: “Pero después que murió Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, en Egipto, y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y regresa a Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño”. En ambas ocasiones, José cumplió fielmente lo que el Señor le pedía para proteger la vida del niño Jesús y de su madre.

Los padres son responsables de la vida de sus hijos e hijas, y Dios les va indicando en cada momento lo que deben hacer para protegerlos y ayudarlos a crecer. En la carta que encabeza este sencillo escrito, hay una serie de recomendaciones que un niño hace a su papá y a su mamá. Tal vez, la voz de Dios no nos llegue hoy en sueños, como le llegó a José, sino desde las palabras de este niño que pide respeto y amor. Escuchemos esta invitación como venida directamente del Señor para cada uno de nosotros.


Un saludo cordial de Navidad y año nuevo.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

martes, 24 de diciembre de 2013

...será motivo de gran alegría para todos

Natividad del Señor – Ciclo A (Lucas 2, 1-14) 25 de diciembre de 201

  
Muchos cuentos navideños circulan en estos días por los periódicos, las revistas, la Internet y otros medios. Uno de tantos cuentos que me he encontrado se llama El Sueño de María, y dice así: “Tuve un sueño, José... no lo pude comprender completamente, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo. La gente estaba haciendo preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban sus casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era muy peculiar, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo de un árbol. Si, un árbol, José. La gente decoraba muy bien el árbol. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto que parecía una estrella o un ángel; todo era muy hermoso. El día del nacimiento de Jesús, se arreglaban con la mejor ropa y se reunían a comer deliciosos manjares. Pero comían ellos solos, no invitaban a nuestro hijo a la cena navideña, y mucho menos a nosotros dos. Todos estaban muy contentos. Bailaban, bebían, se reían estrepitosamente, pero parecía que habían olvidado el motivo de la fiesta.

Toda la gente estaba muy feliz y sonriente. Estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros, José. Sin embargo, al final no quedó ningún regalo para nuestro hijo. Sabes, creo que ni siquiera lo conocen muy bien; me da la impresión que lo conocen sólo de oídas, porque no mencionaron su nombre en toda la noche, a pesar de que se reunieron para celebrar su nacimiento. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen bien? Tuve la extraña sensación de que si nuestro hijo hubiera llegado a la celebración, lo hubieran considerado como un intruso solamente. Nadie se acordó de él, ni de nosotros dos. Claro que ha pasado tanto tiempo, que no me parece raro. Sentí ganas de llorar. ¡Qué tristeza para Jesús no ser invitado a su fiesta de cumpleaños! Estoy contenta porque sólo fue un mal sueño. ¡Qué terrible que este sueño se hiciera realidad!”

Este cuento puede crear en nosotros un sentimiento de culpa o invitarnos a dejar entrar a Jesús en su fiesta de cumpleaños. Lo complicado puede ser llegar a saber dónde y cómo reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús, las señales para reconocerlo fueron las siguientes: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo”.

Con estas señales, los pastores reconocieron al Mesías. La fragilidad y la pequeñez, son las características que permiten reconocer al Hijo de Dios que nace de nuevo entre nosotros. Qué bueno que en nuestras fiestas de Navidad, abriéramos un espacio para esas personas que normalmente no visitamos; sólo tenemos que mirar un poco alrededor y pensar en cuál es la persona más frágil, más débil de nuestro entorno; no tenemos que ir demasiado lejos; estoy seguro que muy cerca de nosotros encontraremos personas que podrían alegrarse con nuestra invitación y participar de nuestras fiestas. Pidamos para que el sueño de María no se haga realidad.


Feliz Navidad...


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 22 de diciembre de 2013

(...) salvará a su pueblo de sus pecados

Cuarto Domingo de Adviento – Ciclo A (Mateo 1, 18-24) 22 de diciembre de 2013


Hace un tiempo, fui a visitar un sector de la ciudad de Medellín que no visitaba hacía unos años. Colaboré allí cuando era novicio. Fui al barrio Popular No. 1 con una religiosa que trabaja allí, en una escuela de Fe y Alegría en la que se educan dos mil doscientos (2200) niños y niñas, desde preescolar hasta undécimo grado. Lo primero que me impactó fue llegar allí en Metro Cable, un sistema novedoso que bien podrían envidiar cualquier ciudad del mundo. Unas góndolas que surcan los aires por encima de las viviendas sencillas de la gente que habita el nororiente de Medellín. Un espectáculo maravilloso, construido por el ingenio humano. Toda una alabanza al Dios bueno que nos sigue salvando en medio de nuestras miserias.

Pero lo que realmente me impactó fue la visita que pude hacer a cuatro hogares que tienen toda una historia, de la cual pude ser testigo en algún momento de mi vida y que hoy han vuelto a hacerse Palabra de Dios para mi... La primera visita fue a la casa de las Amayas, que siguen gozando de buena salud a pesar de su avanzada edad. Nunca he sabido cómo subsisten en medio de tanta pobreza. Me recibieron con la misma alegría de siempre. Ya María, la mayor, está gozando de Dios, con el abuelo José, un verdadero santo. Ángela, arrugada como una uva pasa, sigue irradiando optimismo. Lola, más sorda que una tapia, recuerda las fechas con una exactitud prodigiosa. Carmen sigue con su buen humor. Por último, la Nena, con una trombosis que la tiene medio paralizada. Todo un himno de confianza en Dios, propio de este tiempo de Adviento.

Estuve luego en la casa de Francisco y Oralia. Mientras Francisco seguía arreglando un nicho para colocar una imagen de María Auxiliadora en la puerta de su casa, Oralia me contó una historia muy triste: cuatro de sus seis hijos varones han sido asesinados. Siempre que recibió en sus brazos el cadáver de alguno de sus hijos, repitió una oración para pedir a Dios que perdonara a los asesinos. “Perdonar de corazón, me ha liberado de la amargura y del odio. Nunca he querido guardar ningún resentimiento contra los que nos han hecho tanto daño...”, me dijo, mientras las lágrimas se asomaban a sus ojos. Dios le ha permitido perdonar de corazón, otra gracia típica de este tiempo.

La tercera familia que visité fue el hogar de Quique y Orfa. Cuando los conocí en 1979, tenían cuatro hijos; al irme para Bogotá, dos años después, tenían seis; y al volver a los dos años, tenían ocho... En total, tuvieron diez hijos que han sacado adelante con el trabajo honrado y sencillo de los pobres de este mundo. Juan, el segundo de los hijos, está desempleado. Siguen caminando a pesar de las dificultades. No han dejado de luchar. Me invitaron a esperar contra toda esperanza.

Por último, visité a doña Angélica, una señora muy pobre que me daba el almuerzo los domingos, durante el tiempo de mi noviciado. La encontré muy decaída y enferma; tiene un cáncer que se la está comiendo poco a poco. Su hijo menor también murió asesinado y Juan, el penúltimo, sigue con ella, trabajando para sostenerla. “Pídale al Señor, que si es su voluntad, me devuelva la salud. Si no, que se haga su voluntad”, me dijo cuando me despedí. Ya quisiera yo tener la misma tranquilidad para repetir con ella y con la virgen María: “Hágase en mi, según tu palabra”.

Cuando llegué a la casa de las religiosas donde estaba acompañando una experiencia de Ejercicios Espirituales, me “encontré” con esta Palabra que me recuerda lo que Dios le dijo en sueños a San José: “María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Dios nos sigue salvando de nuestro pecados haciéndose alabanza, confianza, perdón, esperanza y apertura a su voluntad en la vida de los pobres y sencillos de este mundo. El Emanuel, el “Dios con nosotros” se sigue revelando de una manera privilegiada en la vida de los pobres y solamente desde allí nos vendrá la salvación que tanto esperamos.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE  HOY DOMINGO 22 DE DICIEMBRE 2013, EN VÍSPERAS DEL NACIMIENTO DE JESÚS


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 1, 18-24
QUE EL AMOR DE JESÚS LOS ACOMPAÑE EN ESTAS FIESTAS Y EN EL 2014
SALUDOS.

domingo, 15 de diciembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY 3er. DOMINGO DE ADVIENTO PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA

PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC QUI: Lc. 11,2-11
SALUDOS.

Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo


Tercer Domingo de Adviento – Ciclo A (Mateo 11, 2-11) 15 de diciembre de 2013

Un niño estaba dibujando un retrato, y su profesor se le acercó y le dijo: – Ese es un retrato interesante. Dime algo de él. El niño le respondió: – Es un retrato de Dios. Entonces, el profesor le dijo: – Pero nadie sabe cómo es Dios. – Lo sabrán cuando haya terminado, dijo el niño... Esta historia me trajo a la memoria una anécdota que escuché en estos días. Dicen que un hombre que escuchó una conferencia de la Madre Teresa de Calcuta en las Naciones Unidas, se acercó a la anciana religiosa y le dijo: “Hermana, le cuento que yo no creo en Dios. Soy ateo. Pero le aseguro que si Dios existe, debe ser muy parecido a usted”.

Estando Juan el Bautista en la cárcel, oyó hablar de Jesús y envió a algunos de  sus seguidores para que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. La respuesta fue muy clara: “Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no encuentre en mí motivo de tropiezo!” Jesús no da explicaciones ni fundamenta su autoridad en teorías o doctrinas de ningún tipo. Lo único que pide es que se fijen en su comportamiento. Las señales son evidentes y cualquiera que tenga los ojos abiertos y los oídos atentos, podrá reconocer que él es el Mesías de Dios.

Cuando los discípulos de Juan volvieron a la cárcel a contar lo que habían visto y oído, Jesús comenzó a exaltar la misión del Bautista: “¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que se visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A ver un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo te envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino”. Esa fue la misión de Juan y es la misión de los profetas de hoy: Preparar los caminos de Jesús y señalar su presencia entre nosotros.

Jesús es el rostro de Dios para nosotros y los que nos decimos sus seguidores debemos ser el retrato de Dios para el mundo. Un niño es capaz de saber cómo es Dios y un ateo es capaz de reconocer sus rasgos en una persona como la Madre Teresa de Calcuta. La pregunta que nos puede asaltar hoy es si los que nos ven hacer lo que hacemos y nos oyen decir lo que decimos, son capaces de reconocer los rasgos de Dios en nosotros. Muchas personas no podrán leer otro evangelio distinto a nuestras vidas. Por eso, tenemos la responsabilidad de transparentar a Dios y abrirle un espacio para que vuelva a encarnarse entre nosotros y en nosotros en esta Navidad. Precisamente, prepararnos para que eso pueda suceder es lo que busca el tiempo de Adviento que estamos viviendo.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

sábado, 7 de diciembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DEL DOMINGO 8 DE DICIEMBRE (2o. DE ADVEINTO) PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt 3,1-12
SALUDOS 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor

Segundo Domingo de Adviento – Ciclo A (Mateo 3, 1-12) 8 de diciembre de 2013

Cuentan que un sacerdote y un taxista que tenían idéntico nombre, murieron el mismo día. El taxista tenía fama de ser muy mal conductor, mientras que el sacerdote era reconocido entre sus vecinos como santo. Al llegar al cielo, al taxista lo atendieron muy bien; lo hicieron seguir a la mejor sala y le dieron un puesto importante, mientras que al sacerdote lo dejaron a un lado. Cuando el sacerdote se dio cuenta de la discriminación con que lo habían tratado, le dijo a San Pedro: “Oiga, debe haber una equivocación. Ese señor taxista se llama igual que yo, pero tenía pésima fama entre los vecinos de nuestro pueblo. ¿Cómo es posible que lo hayan recibido como a un santo, mientras que a mi, que fui sacerdote toda la vida, me han dejado en un puesto sin el menor brillo?” San Pedro, entonces, le explicó al sacerdote: “Mire, aquí trabajamos por resultados”. El sacerdote puso cara de no haber entendido nada, de modo que San Pedro continuó: “Verá usted, los informes que hemos recibido dicen que cuando ese taxista manejaba, todo el mundo rezaba, incluidos los que iban en el taxi. Pero nos han informado que cuando usted predicaba los domingos en la parroquia, todo el mundo dormía...”.

El tiempo de Adviento tiene un carácter penitencial... Es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Los cristianos y cristianas estamos invitados a renovar nuestra propia vida para acoger a Dios que quiere volver a poner su tienda entre nosotros. La misión de Juan el Bautista fue precisamente llamar a sus contemporáneos a preparar los caminos del Señor: “En su predicación decía: ‘¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!”. Eso mismo nos dice hoy a cada uno de nosotros. Este tiempo, entonces, es una oportunidad para revisar nuestra vida y reconocer aquellas actitudes que tenemos que cambiar. Es un tiempo de reforma, de conversión, de cambio.

Es posible que haya dimensiones de nuestra vida que tengamos que revisar y corregir para que Dios pueda encarnarse de nuevo en nuestra historia. Dios no nace en el pesebre bien adornado y bonito que organizamos en nuestras casas. No nace en los pesebres con muchas luces y figuritas que se elaboran en las parroquias. Mucho menos va a nacer debajo de los arbolitos de navidad que nada tienen que ver con nuestra tradición cristiana. Dios sólo puede nacer en un corazón que se prepara para acoger su propuesta y se dispone a dejarse transformar por el amor. Nuestro corazón es el único pesebre en el que Dios puede volver nacer de nuevo entre nosotros. Los otros pesebres son apenas el símbolo de lo que queremos vivir nosotros mismos.

Es posible que nuestro corazón, como el pesebre de Belén, no sea el lugar más elegante, ni tenga todas las comodidades de un gran palacio. Es posible que nuestro corazón necesite una limpieza y algunos ajustes para acoger al Hijo de Dios. Lo importante es que esté dispuesto a recibir la pequeñez de un Dios que se abaja para rescatarnos. Muy seguramente esto significará un cambio de rumbo en nuestro camino, una reforma de vida, una transformación interior. Y, por otra parte, esto tendrá que hacerse visible y expresarse en comportamientos nuevos de cercanía a los más frágiles, de acogida a los más débiles, de amor a los más pequeños. No olvidemos tampoco que lo más importante no son los títulos o las certificaciones. En el cielo nos evaluarán por los resultados.


Un saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 1 de diciembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

YA ESTAMOS EN ADVIENTO (ESPERA) Y AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LE SEMANA:


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 24, 37-44
SALUDOS

viernes, 29 de noviembre de 2013

El Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen

Primer Domingo de Adviento – Ciclo A (Mateo 24, 37-44) 1 de diciembre de 2013

   Cuentan que John F. Kennedy, Presidente Norteamericano asesinado hace cincuenta años, solía terminar los discursos de su campaña en 1960 contando la historia de un famoso coronel Davenport. Este personaje, en 1789, durante una jornada de trabajo de la Asociación de Representantes de Connecticut, fue interrumpido por una terrible tempestad que causó gran revuelo entre los asistentes. Los relámpagos, los truenos y la fuerza de los vientos que golpeaban la casa, hicieron pensar a todos que había llegado el juicio final. Los presentes pidieron a Davenport que se suspendiera la sesión porque el recinto había quedado en una completa penumbra, imposibilitando el trabajo. El coronel Davenport se puso en pie y dijo: “Señores, el día del juicio final puede estar cerca o puede tardar todavía muchos años, nadie lo sabe... Si no está cerca, no tenemos por qué preocuparnos; el chaparrón pasará y seguiremos tranquilos. Pero si el juicio final está muy cerca, yo prefiero que me encuentre cumpliendo mi deber. Por tanto, pido el favor que traigan las velas que sean necesarias para alumbrar el salón”. Inmediatamente, trajeron suficientes velas y la sesión continuó sin problemas.

   No sabemos cuándo vendrá el Señor. Para hablar de la venida del Hijo del hombre, el Evangelio de hoy nos recuerda la historia de Noé: “En aquellos tiempos, antes del diluvio, y hasta el día en que Noé entró en el arca, la gente comía y bebía y se casaba. Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. En aquel momento, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada”. Lo típico de esta comparación es el hecho de que la venida del Señor se dará cuando menos lo esperamos. Por eso, la recomendación característica de este tiempo de Adviento, con el cual comenzamos el ciclo litúrgico de Mateo (A), es mantenerse despiertos y atentos, “porque no saben qué día va a venir su Señor”. La segunda comparación que se utiliza aquí, es muy particular. Se recurre a la sagacidad de los ladrones, que aprovechan los descuidos de los dueños de casa, para hacer sus fechorías. “(...) si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto y no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Por eso, ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen”. De nuevo, la sorpresa de lo inesperado.

   Tanto la comparación de Noé, como la de los ladrones, suponen situaciones negativas. El diluvio fue una tragedia para la humanidad y para la creación entera. Los ladrones nunca han sido una bendición para nadie; ni ayer ni hoy. Sin embargo, estas dos comparaciones no anuncian un cataclismo universal o un castigo para que paguemos todas nuestras deudas y pecados. Esta solía ser una estrategia utilizada por algunos evangelizadores que pensaban que para lograr los cambios necesarios en las personas creyentes, eran más eficaces las amenazas y los castigos, que el anuncio de la salvación gratuita que Dios nos ofrece. Por esto, es importante recordar hoy que lo que nos va a sorprender por lo inesperado de su llegada, es la salvación. Lo que pretende la Iglesia con este tiempo de Adviento es que nos preparemos para recibir en nuestros corazones la plenitud de la presencia del Dios-con-nosotros, que se encarna de nuevo para nuestra salvación. Y ojalá nos encuentre cumpliendo nuestro deber, no por temor, sino por amor...


Un saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

martes, 26 de noviembre de 2013

Evangelii Gaudium / La Alegría del Evangelio

La 'Evangelii Gaudium' en frases

"¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!"

Redacción, 26 de noviembre de 2013 a las 15:38
 No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa
La alegria del Papa/>

La alegria del Papa

  • Evangelii Gaudium
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La 'Evangelii Gaudium' (La alegría del Evangelio) perfiela la Iglesia que quiere el Papa Francisco. Se trata de una exhortación apostólica de 142 páginas (en su versión en español) que el Papa ha escrito como colofón a la reunión que en octubre de 2012 los obispos de todo el mundo celebraron en el Vaticano para discutir sobre cómo anunciar el Evangelio en el mundo actual. El Papa Francisco pidió a los líderes mundiales luchar contra la desigualdad y atacó el capitalismo desenfrenado al que consideró como una "nueva tiranía".
A continuación algunas citas clave del primer gran documento de su autoría como pontífice:
Las frases de Francisco
SOBRE LA IGLESIA Y LA EVANGELIZACIÓN
"La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".
"Los preceptos de Cristo son poquísimos. No tengamos miedo a revisar algunas costumbres y normas de la Iglesia".

domingo, 24 de noviembre de 2013

Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso

Domingo XXXIII Jesucristo Rey del Universo – Ciclo C (Lucas 23, 35-43)
24 de noviembre de 2013

 El ciclo litúrgico que termina hoy con la celebración de la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, nos presenta a un rey crucificado, del que se burlaban las autoridades diciendo: “– Salvó a otros, que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.  Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban de beber vino agrio diciéndole: – ¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo! Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: ‘Este es el Rey de los judíos”. 
Incluso, cuenta el evangelio de san Lucas, uno de los criminales que estaban colgados junto a él, lo insultaba diciéndole: “– ¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros¡ Pero el otro reprendió a su compañero diciéndole: – ¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo. Luego añadió: – Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar. Jesús le contestó: – Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. 
 Se trata de un Rey que contrasta con la imagen que tenemos de una persona que detenta ese título. Es un Rey que no utiliza su poder para salvarse a sí mismo, sino para salvar a toda la humanidad, incluidos tu y yo. 
 Delante de este Rey, humilde y aparentemente vencido, el Beato Juan XXIII, en su Diario del alma, escribió siendo joven, un ofrecimiento que invito a repetir hoy con la misma confianza con la que él lo hizo hace ya tantos años: “¡Salve, oh Cristo Rey! Tú me invitas a luchar en tus batallas, y no pierdo un minuto de tiempo. Con el entusiasmo que me dan mis 20 años y tu gracia, me inscribo animoso en las filas. Me consagro a tu servicio, para la vida y para la muerte. Tú me ofreces, como emblema, y como arma de guerra, tu cruz. 
 Con la diestra extendida sobre esta arma invencible te doy palabra solemne y te juro con todo el ímpetu de mi amor juvenil fidelidad absoluta hasta la muerte. Así, de siervo que tú me creaste, tomo tu divisa, me hago soldado, ciño tu espada, me llamo con orgullo Caballero de Cristo. Dame corazón de soldado, ánimo de caballero, ¡oh Jesús!, y estaré siempre contigo en las asperezas de la vida, en los sacrificios, en las pruebas, en las luchas, contigo estaré en la victoria. Y puesto que todavía no ha sonado para mi la señal de la lucha, mientras estoy en las tiendas esperando mi hora, adiéstrame con tus ejemplos luminosos a adquirir soltura, a hacer las primeras pruebas con mis enemigos internos. ¡Son tantos, o Jesús, y tan implacables! Hay uno especialmente que vale por todos: feroz, astuto, lo tengo siempre encima, afecta querer la paz y se ríe de mi en ella, llega a pactar conmigo, me persigue incluso en mis buenas acciones. 
 Señor Jesús, tú lo sabes, es el Amor Propio, el espíritu de soberbia, de presunción, de vanidad; que me pueda deshacer de él, de una vez para siempre, o si esto es imposible, que al menos lo tenga sujeto, de modo que yo, más libre en mis movimientos, pueda incorporarme a los valientes que defienden en la brecha tu santa causa, y cantar contigo el himno de la salvación”. Con la misma generosidad que refleja este escrito Juan XXIII, podríamos decirle al Señor crucificado que se acuerde de nosotros cuando comience a reinar. 

 Un saludo cordial. 

 Hermann Rodríguez Osorio, S.J. 
 Decano Académico Facultad de Teología Pontificia Universidad Javeriana

sábado, 23 de noviembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA, CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE ESTE DOMINGO 24 DE NOV.

PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 23,35-43
SALUDOS.

martes, 19 de noviembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AMIGOS, TARDE DEBIDO A QUE ESTUVIMOS EN LA ASAMBLEA NACIONAL DE CVX       (Y EN PUENTE GRANDE NO HAY INTERNET) PERO AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DEL DOMINGO 17 DE NOV. PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA. EN  ESTA OCASIÓN INCLUYO UNA IMAGEN QUE LOGRE EN EL AMANECER DEL DOMINGO EN PTE. GDE....

PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 21, 5-19
SALUDOS.

lunes, 18 de noviembre de 2013

XLVI Asamblea Nacional ENVÍO CIERRE

Llega a su fin la Asamblea, con el envío a José Luis Serra, sj. para su año sabático.


(ver/descargar imágenes)

domingo, 17 de noviembre de 2013

XLVI Asamblea Nacional CELEBRACIÓN

Ahora la pachanga, para celebrar los 450 años de CVX ....

(ver/descargar imágenes)

XLVI Asamblea Nacional COMPROMISOS

Compromisos CVX: Temporales y Permanentes


(ver/descargar imágenes)

XLVI Asamblea Nacional TRABAJO GRUPAL

Imágenes de animación y trabajo grupal....Notas conclusivas:


(ver/ descargar imágenes)

XLVI Asamblea Nacional FRONTERAS CVX

¿Cuáles son las Fronteras para llevar el Reino, desde la CVX?


(ver álbum, para descargar imágenes)

sábado, 16 de noviembre de 2013

XLVI Asamblea Nacional SINFONIA

El aporte de cada miembro CVX hace de una nota personal, una SINFONIA... para mostrar el Reino:


(ver imágenes en web, para poder descargar algunas)

XLVI Asamblea Nacional UN CUERPO

Integrando un Cuerpo, conociendo los diversos miembros: por Nombre, Edad, Tiempo en CVX, Compromiso en CVX



(ver álbum en la web, para descargar imágenes)

XLVI Asamblea Nacional BIENVENIDA

Sábado 16 de noviembre

Iniciamos con la presentación de asistentes y regiones...



(ver álbum en la web / para descargar fotos)

jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Cuál será la señal de que estas cosas ya están a punto de suceder?

Domingo Ordinario XXXIII – Ciclo C (Lucas 21, 5-19) 17 de noviembre de 2013


En el último “Encuentro con la Palabra”, comentábamos cómo la vida es el lugar privilegiado en el que se nos revela el rostro de Dios. El Señor no es Dios de muertos, sino de vivos... y es en la vida donde nos comunica su proyecto. Por tanto, los cristianos no tenemos que consultar, como los griegos, el oráculo de los dioses, o como los asirios, las estrellas (astrología), o leer la mano, o el cigarrillo, etc. Para consultar lo que Dios quiere en nuestra vida personal, comunitaria y social, sólo tenemos que abrir los ojos y mirar... No negar la realidad, no traicionarla ni mentirnos acerca de ella. No ser como el avestruz que piensa que porque deja de mirar la realidad, metiendo la cabeza entre la arena, va a desaparecer el cazador. No se trata, pues, de difíciles jeroglíficos y adivinanzas; es sencilla; pero a veces las cosas son tan sencillas, que no las vemos; son tan simples, y tan cotidianas, que no les prestamos atención; por eso es fundamental tener ojos limpios y mirar sin miedo la realidad. Por algo Jesús, en un momento de inspiración y “lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: ’Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido” (Lucas 10,21).

Esta fue la actitud fundamental de Jesús. Tener los ojos abiertos ante la realidad, ante las cosas sencillas de cada día, en las que descubría los planes de su Padre Dios. Jesús aprendió lo que aprendió sobre el Reino de Dios, mirando su vida y la vida de su pueblo. Sólo tomando el Evangelio de san Mateo, podemos llegar a una lista como la siguiente; Jesús habla allí de pan, sal, luz, lámparas, cajones, polillas, ladrones, aves, graneros, flores, hierba, paja, vigas, troncos, perros, perlas, cerdos, piedras, culebras, pescados, puertas, caminos, ovejas, uvas, espinos, higos, cardos, fuego, casas, rocas, arena, lluvia, ríos, vientos, zorras, madrigueras, aves, nidos, médicos, enfermos, bodas, vestidos, telas, remiendos, vino, cueros, odres, cosechas, trabajadores, oro, plata, cobre, bolsa, ropa, sandalias, bastones, polvo, pies, lobos, serpientes, palomas, azoteas, pajarillos, monedas, cabellos, árboles, frutos, víboras, sembrador, semilla, sol, raíz, granos, oídos, cizaña, trigo, granero, mostaza, huerto, plantas, ramas, levadura, harina, masa, tesoros, comerciantes, redes, mar, playas, canastas, hornos, boca, planta, raíz, ciegos, hoyos, vientre, cielo, niños, piedra de molino, mano, pie, manco, cojos, reyes, funcionarios, esclavos, cárceles, camellos, agujas, viñedos, cercos, torres, lagar, terreno, labradores, fiestas, invitados, criados, reses, menta, anís, comino, mosquito, vasos, platos copas, sepulcros, gallinas, pollitos, higueras, vírgenes, aceite, dinero, banco, pastor, cabras...Y, así, podríamos seguir.

En estos elementos tan sencillos, descubrió Jesús lo que Dios le pedía y lo que Dios quería hacer con él y con toda la humanidad. No se trata de ver cosas distintas, nuevas, sino de mirar lo mismo, pero con unos ojos nuevos: “Pero Yahveh dijo a Samuel: (...) La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón» (1 Sam. 16, 7). Esta manera de mirar es lo que caracteriza a los profetas; una mirada que no es propiamente la del turista. Esta es la respuesta para la pregunta que le hacen al Señor en el evangelio de hoy:¿Cuál será la señal de que estas cosas ya están a punto de suceder? Ahí están. Sólo tenemos que abrir los ojos y mirar...


Un saludo cordial.
 
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 10 de noviembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE DEL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 20, 27-38
SALUDOS

sábado, 9 de noviembre de 2013

¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!

 Domingo Ordinario XXXII – Ciclo C (Lucas 20, 27-38) 10 de noviembre de 2013

Hace algunos días me preguntaron, sin muchos preámbulos, cuáles podrían ser las dimensiones fundamentales de una espiritualidad que pudiera responder al mundo de hoy. Una pregunta aparentemente sencilla pero, al mismo tiempo, llena de profundidad. Respondí, rápidamente y sin pensar mucho: «Una espiritualidad que quiera responder a nuestra realidad tiene que tener los ojos bien abiertos ante la vida, para contemplar a Dios creador en medio de nuestra historia, debe recurrir siempre a la luz que ofrece la Palabra de Dios para discernir sus caminos y nos debe lanzar a la construcción de la comunidad cristiana en todos sus niveles».

Las tres dimensiones que aparecieron en esta primera respuesta espontánea, están muy conectadas entre sí y constituyen una unidad dinámica que considero muy cercana a la vida misma de Dios. Una espiritualidad no es otra cosa que una dinámica vital que nos pone en sintonía con Dios y nos hace obrar según el Espíritu de Dios. Por tanto, no es algo gaseoso,abstractoelevadodesencarnado. Una espiritualidad es un estilo de vida que se puede ver y comprobar en obras muy concretas.

La participación del cristiano en la vida de Dios, que es lo que llamamos espiritualidad, hace que la persona entre en la dinámica vital propia de Dios uno y trino. La dinámica que se establece constantemente entre el Padre creador que se revela en la historia; el Hijo de Dios encarnado en la persona de Jesús; y el Espíritu Santo que sigue actuando en medio de nosotros para impulsarnos a construir una comunidad de amor. San Agustín, decía que Dios ha escrito dos libros; el primero y más importante es el libro de la vida, el libro de la historia que comenzó a escribir en los orígenes de los tiempos y que sigue escribiendo hoy con cada uno de nosotros; pero como fuimos incapaces de leer en este libro sus designios, Dios escribió un segundo libro, sacado del primero; este segundo libro es la Biblia; pero la primera Revelación está en la Historia, en la vida, en los acontecimientos de cada día: tanto en la vida personal, como grupal, comunitaria, social, política, etc...

Esta es la razón por la que la primera dimensión de una espiritualidad hoy es mirar la vida. Allí nos encontramos con lo que Dios quiere de nosotros; allí podemos descubrir lo que Dios está tratando de construir. Se trata de percibir la música de Dios, para cantar y bailar a su ritmo, para dejarnos invadir por su fuerza creadora. Es como entrar a un río y percibir hacia dónde va la corriente y dejarnos llevar por ella.

Esto es lo que Jesús quería comunicar cuando los saduceos, que negaban la resurrección de los muertos, le propusieron esa difícil pregunta sobre cuál de los siete hermanos, que estuvieron casados sucesivamente con una mujer, sería su esposo en la resurrección de los muertos... “El Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!”. El Dios en el que creemos, por Jesucristo, es el Dios de la vida, que se revela en los acontecimientos cotidianos que muchas veces despreciamos porque no parecen revelarnos el rostro de Dios. Cuidemos que nuestra espiritualidad no se convierta en una serie de complicadas elucubraciones, que nos distraen de lo verdaderamente importante.


Un saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE DEL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 19, 1-10
SALUDOS

“(...) hoy tengo que quedarme en tu casa”

Domingo Ordinario XXXI – Ciclo C (Lucas 19, 1-10) 3 de noviembre de 2013

  

En uno de los programas de la serie radiofónica ‘Un tal Jesús’, se dice que Jesús le contó esta historia a sus discípulos: Había una vez un pastor que tenía cien ovejas. Una de ellas tenía una pata coja y siempre iba retrasada. Un día, el pastor llegó ya tarde a su casa y comenzó a contar a las ovejas para saber si todas estaban a salvo. Las fue contando a medida que iban entrando al corral. Su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta de que sólo había noventa y nueve ovejas; de modo que volvió a contarlas para estar seguro. Cuando comprobó que una se le había perdido, cayó en la cuenta de que la que se le había perdido era, precisamente, la oveja que tenía una pata coja...

Ya había caído la noche y comenzaba a llover; de modo que el pastor se puso pensar si debía ir a buscar a la oveja perdida o si debía quedarse cuidando las noventa y nueve que estaban en el corral. Mientras tanto, la ovejita coja, iba perdiendo cada vez más el rumbo; balaba con todas sus fuerzas, pero nadie la oía; tenía miedo, porque la noche había caído y la lluvia comenzaba a dificultar el camino, que se iba llenando de barro. De pronto, la ovejita comenzó a escuchar el aullido de los lobos que presentían la presencia de una presa fácil. De modo que la ovejita comenzó a correr. Con tan mala suerte que por la carrera que llevaba, cayó en un barranco y quedó casi sumergida entre el barro.

En la casa del pastor, ya se habían apagado las luces y todos descansaban; el pastor, acostado en su cama, antes de dormirse, pensó por última vez en la ovejita perdida, pero se dijo a sí mismo: ¿Quién la manda a no andar más atenta al paso que lleva el rebaño? No es mi culpa que ella sea coja y no pueda seguir el ritmo de las demás. Seguramente mañana la encontraremos y ya está. No puedo es descuidar a las otras noventa y nueve, y menos teniendo en cuenta el aguacero que está cayendo. Ni porque fuera a buscarla, la encontraría. De modo que el pastor, se quedó dormido. La ovejita, allá en el fondo del barranco, seguía balando y trataba de salir del barro en el que había caído; cada intento por salir, era peor; se hundía más y más. Por fin sintió que el barro le entraba por el hocico y ya no pudo balar más... no podía respirar. Estaba ya muerta...

Cuando los discípulos escucharon esta historia, se quedaron aterrados de lo descarado que había sido el pastor; no podían creer que un buen pastor dejara morir así a una de sus ovejas, por más coja y enferma que estuviera. Ningún pastor, conocido por ellos se hubiera portado así. Le dijeron, entonces, a Jesús: “Eso es el colmo; un pastor que deja morir a sus ovejas y no las busque, no debe llamarse pastor...” Pero Jesús les respondió: “Pero si estaba cuidando a las demás ovejas”. Los discípulos le dijeron: “No señor, no estaba cuidando a nadie. Tenía miedo de mojarse y se quedó durmiendo en su cama”.

La historia que nos presenta hoy la liturgia, nos habla de un pastor muy distinto. Cuando Jesús vio a Zaqueo subido en un árbol, le dijo: “baja en seguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa. Zaqueo bajó aprisa, y con gusto recibió a Jesús”. Así como Jesús fue a comer en casa de Zaqueo, también quiere acercarse a nosotros, para ofrecernos su perdón sin condiciones. En nosotros está la posibilidad de acogerlo con el mismo gozo con el que este cobrador de impuestos lo recibió en su casa.


Un saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana